Año 1946. José Espona compra una fábrica de harinas en Rubí (Cataluña). Su precio: 15.000 pesetas. La pasta no era ni mucho menos un plato estrella en España, de hecho, apenas se consumía. Pero José había viajado a Italia, había descubierto una pasta seca, hecha con trigo duro, y había visto la oportunidad.
Así que una vez comprada la fábrica fundó la marca, Pastas Gallo. Y a partir de ahí visitó tiendas y tiendas para que decidiesen incluir su producto en los lineales y convenció a muchos agricultores para que se pusiesen a producir trigo duro.
76 años después, la marca sigue siendo referente del sector y responsable de que un % muy alto de españoles que tendría que inventarme porque no tengo el dato, tenga los macarrones con tomatico como plato favorito. A partir de aquí, empezó a visitar tiendas y supermercados para vender la marca. "Era una venta de puerta a puerta", destaca García.
PD: Por cierto, es la marca líder de pasta seca en China.
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