Nunca se me había pasado por la cabeza enviar un email con una foto de mi pijama. Pero puede que hoy tengas delante de ti el mejor ejemplo que hayas visto jamás de “nunca digas nunca”.
Vamos a quitarnos esto de encima rápido. Te presento a mi pijama:
Sí, tiene pelotas. Sí, está viejito. He googleado rápidamente un “fecha estreno Gru 2” y fue en 2013. Duermo con un pijama de 2013. Lo que tiene volver a casa de tus padres y no tirar nada. Me lo compré en Primark en aquel entonces porque me obsesioné con el branding de la película. Mucho. No me preguntes a qué nivel, ya te he enseñado mi pijama. La cosa es que esta mañana me he levantado y al quitármelo lo primero que he pensado ha sido “bua, qué locura tiene que ser la industria de las licencias de marca”. Y en lugar de quedarme en ese pensamiento un microsegundo y ya (como haría cualquier persona normal), yo he decidido lo que decido siempre: saber más. Y contártelo, claro.
Te voy a dar datos interesantes (al menos para mí) un poco a lo loco.
Más de 300 mil millones de dólares. Eso es lo que movió el año pasado la industria de las licencias de marcas en el mundo.
En Europa los sectores que más demandan licencias son moda y deporte. La diferencia con Estados Unidos es que allí en lugar del sector deporte es el entretenimiento. No diré nada pero se entienden cosas, creo.
Disney ingresó 88 mil millones de dólares en 2023 solo por licencias. Si lo piensas se lleva casi un tercio del mercado. Es loco.
McDonalds lleva poniendo regalos con licencias en sus Happy Meal desde 1979, cuando lo hizo por primera vez por el estreno de Star Trek.
De nada por el tema de conversación friki para cualquier momento poco oportuno. En cuanto veas una licencia este verano puedes soltar un “pues es heavy que…”. No hace falta que me lo agradezcas 😂
PD: Sobre lo de saber más, no me pasa solo con el marketing. Anoche un mosquito quería fiesta en mi habitación y como no tenía forma de matarlo, decidí entenderles más. Resulta que solo los mosquitos hembra pican, ¿sabes? Los machos no hacen nada porque no necesitan la sangre para nada. Fin.